jueves, 25 de agosto de 2016

[26/07 17:57] 

Este whatsapp es distinto a todos los que había enviado antes. ¿Por qué? Porque lo estoy enviando por el dispositivo Wireless Fidelity (vulgarmente conocido como WiFi o güifi) del castillo de Budapest, la mejor reliquia arquitectónica del Imperio Austrohúngaro. Lo notáis ¿verdad?
Hay quien colecciona postales de las ciudades que visita, y hay quien recuerda las ciudades, por los puntos de los que chupa internet guardados en el registro de conexiones inalámbricas.
El voluntariado de hoy ha sido un combo de acción solidaria+prueba de resistencia física. Estábamos a 30°C en la escuela, las de la pintura y a 31° en el parque de la biblioteca pública, las de la jardinería.
30° para pintar hace que se seque la brocha y se pegue a las vallas. Y 31° para podar rosales hace que el sol en la cara te impida ver donde están las espinas.
Unas tenemos las manos verdes como el Fairy, y otras los dedos  con puntitas de espino dentro que duelen al teclear, como en este preciso instante. Este es un whatsapp escrito con dolor, y esto también lo hace diferente.
Pero todo se olvida con la hospitalidad de los kismaritas (en caso de que ese sea el gentilicio de Kismarós). Mientras trabajábamos un señor nos ha traído limonada, una madre de familia pastelitos hechos por ella, otra señora ciruelas de su árbol... Se están volcando con nosotras.

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